Alberto Fernández se convertirá en el presidente del PJ nacional en marzo del 2021. Máximo Kirchner llegará a la presidencia del PJ Bonaerense en febrero del mismo año. Más tardar en marzo, a la par del Presidente. Salvo que un puñado de intendentes peronistas del conurbano estén dispuestos a que la sangre llegue al río, el movimiento en los tronos del Partido Justicialista será en espejo y generará un equilibrio dentro de Frente de Todos.
La coalición de gobierno vive una discusión interna de poder que, según asumen los protagonistas, no tiene riesgo de terminar en una batalla sin escrúpulos. Habrá, y hay, mucha tensión en cada discusión, pero no está en juego la unidad del espacio construido para llegar a la presidencia en el 2019. Son, a priori, expresiones de deseo y de voluntad. Porque en el peronismo no hay verdades irrefutables. Salvo las máximas de su fundador.
En la mañana del domingo el Presidente tuvo un gesto concreto de respaldo hacia Máximo Kirchner, que pretende ser el presidente del PJ en la provincia de Buenos Aires y que se molestó con tres intendentes del conurbano a los que acusó de hacer operaciones mediáticas en su contra. También les endilgó que ponían condiciones para permitir su llegada a la presidencia. Lo hizo saber en un asado que compartió con otros intendentes, el último miércoles, en Lomas de Zamora, donde el intendente local, Martín Insaurralde, ofició de anfitrión.
Los apuntados fueron Juan Zabaleta (Hurlingham), Gustavo “Tano” Menéndez (Merlo) y Fernando Gray (Esteban Echeverría). El primero es el jefe comunal más cercano al jefe de Estado y un interlocutor permanente entre los intendentes y la Casa Rosada. Los otros dos son pesos pesados del conurbano que gobiernan, con alternancia, el PJ Bonaerense. Ninguno asistió al asado en Lomas.
Máximo Kirchner quiere llegar a la presidencia con consenso. Así lo dejó entrever. Sabe que tarde o temprano ese acuerdo sobre su figura se generará. Tiene el respaldo de su mamá y del Presidente. Además, el de varios intendentes que impulsaron su nombre, como es el caso de Insaurralde, con el que algunos de sus colegas están molestos y recuerdan por lo bajo que lideró al Grupo Esmeralda en el 2016 bajo la consigna de dejar en el camino al kirchnerismo.
En alguna conversación estuvo presente la idea de respaldar la llegada de Kirchner al PJ y pedir a cambio el respaldo del kirchnerismo para realizar una presentación judicial en conjunto y obturar la ley. O, como segunda opción, forzar una interpretación distinta a la que existe en la actualidad, que marca que solo podrán gobernar dos mandatos consecutivos. La ley fue sancionada en el 2017 e incluye el mandato que comenzaron en el 2015.
Los legisladores provinciales K fueron los únicos que se opusieron a esa ley impulsada por el gobierno de María Eugenia Vidal y respaldada por el Frente Renovador de Sergio Massa. Por eso en La Cámpora sostienen que el reclamo y el pedido de apoyo tiene que ir en dirección al presidente de la Cámara de Diputados y no hacia ellos.
Otra de las batallas que hay detrás de la elección de Máximo tiene que ver con una puja de poder entre los intendentes de la primera y la tercera sección electoral de Buenos Aires. Un enfrentamiento histórico. En ese duelo Juan Zabaleta, referente de la primera sección, aparece ganando influencia entre sus pares debido a su cercanía con la Casa Rosada, mientras Martín Insaurralde, un histórico de la tercera sección, intenta ganar terreno luego de ocupar un rol central como interlocutor en el gobierno de Vidal.
Esa es una de las lecturas que hacen en el kirchnerismo, donde creen que existe una pelea por construir un liderazgo sobre el total de los intendentes y que es disimulada detrás del conflicto entre los jefes comunales y La Cámpora, y la elección de Máximo Kirchner para que sea el presidente del partido. En definitiva, una lucha para ser el jefe de los intendentes de la provincia.
Otro de los temas en cuestión es la caja. El PJ Bonaerense recibirá un voluminoso desembolso de dinero, asignado por la ley electoral, por haber obtenido el 52% de los votos en la última elección que ganó Axel Kicillof. Mucho dinero en juego. El Gobernador no se mete en ese conflicto. Pretende mirar de afuera. Nunca fue un amante de la rosca y no tiene intenciones de pisar el lodo.
La interna del Frente de Todos es real. Existen intereses cruzados. Recelos, ambiciones y necesidades. Aunque no de la misma forma, también sucedía cuando Cambiemos estaba en el poder. Los movimientos de ajedrez y los nombres propios que arrojan las resultados de las negociaciones exponen las complicaciones de la convivencia, y las fortaleces y debilidades de los líderes que integran la coalición de gobierno.